Mujeres de flor y carriel

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En la historia de la música colombiana, hay nombres que resuenan con la fuerza de un legado imborrable. Voces y manos que han tejido, con hilos de sonido, el mapa sonoro de nuestra identidad. Entre ellas, están las cien mujeres que han dejado una huella profunda en la cultura musical de Antioquia y Medellín, reconocidas en el libro Mujeres de flor y carriel de la maestra Maria Isabel Saavedra.

El libro, un homenaje a las mujeres que han sido faro y raíz en el desarrollo musical de la región, nos llena de orgullo al incluir, entre sus páginas, a Fundación Sirenaica como una de las instituciones más influyentes en la formación artística del territorio. Un reconocimiento que honra 23 años de trabajo comprometido con la educación vocal, el canto colectivo y la construcción de un espacio donde jóvenes artistas encuentran su voz y su camino.

Junto a Fundación Sirenaica, también han sido incluidas dos figuras que hacen parte de nuestra casa musical: la maestra María Adelaida Mejía, cuya vida ha estado entrelazada con la nuestra desde el origen, y Clara María Giraldo, una de nuestras más brillantes cantantes y artista formadora. Su presencia en este libro es testimonio de la trascendencia de su arte y su labor, de su capacidad para sembrar, en otros, el mismo amor por la música que las guía.

El lanzamiento del libro fue un encuentro de voces y memorias en el auditorio del Área Metropolitana de Medellín. Mujeres de trayectorias diversas, unidas por el hilo invisible de la música, compartieron sus historias y celebraron este reconocimiento que las entrelaza en una misma historia. La gratitud y la emoción colmaron la sala, como un coro que, al unísono, canta la importancia de preservar y visibilizar el legado de tantas artistas que han marcado nuestro andar.

Para Sirenaica, estar en Mujeres de flor y carriel es una afirmación de que el camino recorrido ha valido la pena. Es también un compromiso renovado con quienes han pasado por nuestras aulas y con quienes vendrán. Seguir siendo un puerto seguro para las voces que buscan florecer, una casa donde el canto es resistencia, identidad y belleza.

Porque la música es un territorio que se habita, y en él, las mujeres de flor y carriel han dejado sus huellas imborrables.

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Cantarte – Correspondencia con el Amor

El amor, esa fuerza indescifrable que nos construye y nos desarma, fue el hilo conductor de Cantarte: Correspondencia con el amor, un concierto que no solo fue un recital de canciones, sino una conversación íntima entre la música y las palabras.

La idea era simple y a la vez profunda: escribir cartas al amor en sus múltiples formas. Porque el amor no es solo el que se celebra en los días felices, también es el que se espera, el que se recuerda, el que se sufre, el que se baila y el que se despide. Así nació un repertorio tejido con canciones que contaban historias y cartas que hablaban desde el alma.

La noche comenzó con la suavidad de A fuego lento, como quien enciende una vela y deja que su luz crezca poco a poco. Luego, nos sumergimos en la nostalgia de Mi sueño y la certeza de Te amo más, recordando que el amor no es solo un impulso, sino una elección diaria.

Entre cada canción, las cartas daban voz a emociones que a veces la música no alcanza a decir por completo. Un susurro al destino, una pregunta a la incertidumbre, un grito ahogado a la despedida. Cada palabra pronunciada era un eco de lo que muchos en la audiencia alguna vez sintieron. Porque, al final, ¿quién no ha esperado un amor? ¿Quién no ha mirado al cielo buscando respuestas? ¿Quién no ha querido decir lo que no se atreve?

La intensidad creció con Te esperaba y Soledad y el mar, hasta llegar a ese deseo que se confiesa en la piel con Piel canela. La noche bailó al ritmo de Algo contigo y Chachachá, recordándonos que el amor también es risa y juego, no solo solemnidad. Y como todo lo hermoso, el concierto llegó a su fin con Para quedarte, dejando en el aire la sensación de que, aunque las canciones terminen, el amor sigue resonando en quien lo vive y lo canta.

Cantarte: Correspondencia con el amor fue más que un concierto: fue un acto de entrega, una carta sin destinatario fijo, una confesión colectiva en la que todos, en algún momento, nos vimos reflejados.

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