
Cantarte – Correspondencia con el Amor
El amor, esa fuerza indescifrable que nos construye y nos desarma, fue el hilo conductor de Cantarte: Correspondencia con el amor, un concierto que no solo fue un recital de canciones, sino una conversación íntima entre la música y las palabras.
La idea era simple y a la vez profunda: escribir cartas al amor en sus múltiples formas. Porque el amor no es solo el que se celebra en los días felices, también es el que se espera, el que se recuerda, el que se sufre, el que se baila y el que se despide. Así nació un repertorio tejido con canciones que contaban historias y cartas que hablaban desde el alma.
La noche comenzó con la suavidad de A fuego lento, como quien enciende una vela y deja que su luz crezca poco a poco. Luego, nos sumergimos en la nostalgia de Mi sueño y la certeza de Te amo más, recordando que el amor no es solo un impulso, sino una elección diaria.
Entre cada canción, las cartas daban voz a emociones que a veces la música no alcanza a decir por completo. Un susurro al destino, una pregunta a la incertidumbre, un grito ahogado a la despedida. Cada palabra pronunciada era un eco de lo que muchos en la audiencia alguna vez sintieron. Porque, al final, ¿quién no ha esperado un amor? ¿Quién no ha mirado al cielo buscando respuestas? ¿Quién no ha querido decir lo que no se atreve?
La intensidad creció con Te esperaba y Soledad y el mar, hasta llegar a ese deseo que se confiesa en la piel con Piel canela. La noche bailó al ritmo de Algo contigo y Chachachá, recordándonos que el amor también es risa y juego, no solo solemnidad. Y como todo lo hermoso, el concierto llegó a su fin con Para quedarte, dejando en el aire la sensación de que, aunque las canciones terminen, el amor sigue resonando en quien lo vive y lo canta.
Cantarte: Correspondencia con el amor fue más que un concierto: fue un acto de entrega, una carta sin destinatario fijo, una confesión colectiva en la que todos, en algún momento, nos vimos reflejados.